Origamis

Lo descubrí cuando menos lo esperaba: nuestra historia es un artesanal y complejo origami.

Evidentemente nacemos sin marcas ni nociones de la vida, creo que el asunto no amerita explicación. Somos un cuadrado en limpio del color apropiado para la ocasión. Luego nuestra mamá nos tiene en brazos por primera vez y ahí se forma el primer pliegue, el estructural, el pilar de la historia, nuestro primer contacto con un ser amado. Así, la trama de nuestra novela empieza a formarse de manera indiscutida. Cada ser, cada enseñanza, cada dolor y alegría dejará su marca más o menos importante.

Pero ¿cuál es el misterio que encierra el origami? Que son los mismos pliegues los que mantienen unida la estructura. No hay plasticola que arregle el asunto. La armonía de la combinación de dobleces genera una forma mágica y nunca igualable: podría intentarse la misma creación mil veces, con pliegues milimétricamente planeados y nunca se obtendría exactamente el mismo resultado.

Mi primer beso, una pelea en la escuela, las charlas de trasnoche, aprobar un examen, el asombro ante un fenómeno natural, el amor, el odio, la partida de un ser querido, aquel que no me amó, el que me amó con su vida, yo que los amé a ellos, los quiebres familiares, el primer trabajo, jugar con mis hermanos... cada uno tiene su línea más o menos distintiva en la escultura en la que me convierto día a día.

Mis amigos sabrán que hace un año aproximadamente empecé a interesarme por este tema de los papelitos (sí, los diseñadores somos gente que vive cortando papelitos) buscando nuevas formas de expresarme y de canalizar mis ansiedades. Hoy entiendo que así como puedo modelar un pliego, también puedo tornear mi vida. Es cierto, no puedo controlarlo todo, pero en mis origamis hay dobleces que nacen de una torpeza y que son los que finalmente le dan la singularidad y belleza a mi artefacto de papel.

(todo por esta pulga en origami ;P)